- Bañista entre las cañas
- Que no me rocen hombros, dorsos
de manos.
Que no huela el sudor del hombre
en la escalera.
Que no me mire el detestable
hombre avergonzando al mendigo,
vociferando en el mercado.
He deseado que me mimen
los brazos hasta trastornarme
la piel.
He invitado a mi reino
a aquellos que entienden los signos
de la lentitud.
He enseñado a las ranas
para que diferencien reyes
de entre los perfumados.
Y he conseguido responder,
escondida en los mimbres,
a las crías
del ave que sabe la sílaba
de las rotaciones.
Que me dejen con mi promesa
cimbreándose.
Que no me rocen,
porque vuelvo del látigo,
del dolor,
de los gritos.
3 comentarios:
uffff querida Ogi. Ya sabes de mi cortedad con las palabras, pero...
¡inmenso!
:)
Beso!!
Cada vez me gustan más tus poemas...
¿Cómo puedes tener tanta magia?
Que la conserves siempre...
Tú mereces que te llamen Estrellas en las Manos...
woow
Gracias de corazón por el regalo de tus palabras.
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