El silencio habitado de las casas
Ha estado la mañana
excitada con las ansias de los vencejos.
El cielo era la parte oculta de una enorme
concha: su molusco latía, tantos pájaros
picando en la madreperla para una fiesta.
Ha estado el árbol intentando parecerse
a la nube
o parecerse al ábrego que hurta cinabrio
del bochorno,
el árbol hablador
cerca de la ventana,
persiguiendo a las muchachas casi desnudas.
Ese día mantuvo
una tupida consistencia de cariño:
aún puedo tocar sus paredes y verme
sin rostro, verte a ti sin rostro, dos siluetas
en la felicidad de algo que no se dicen
pero está ahí, calmado
y cómplice,
dos figuras apenas precisadas dando
un sentido a la sangre,
un motivo para existir a la existencia,
tú y yo, leyendo, o cualquier cosa…Susurramos
bajito, me adivinas qué pienso, te observo,
sonreímos… ¡me envidian
los hijos de los pájaros!
5 comentarios:
Un placer como siempre :¬)BabiaS
- Llevar el márgen a la izquierda deja muy abajo los poemas y despista ese vacío inicial, a mí...-
mmm aires nuevos
:)
para esta mansión de la poesía
Un besazo, querida Ogigia
Hoy parece ser el dia del amor. Un abrazo.
Qué delicia.
Yo estuve ayer bajo el viendo de los almendros en flor...
Creí que me había confundido... pero no, aquí los árboles son nubes siempre.Una preciosidad, como siempre... la sensibilidad al límite de la música y la pintura, al borde mismo de ese abismo que es poesía.
Un besín
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