
III
Apesadumbrada extrañeza,
después se remansa en su viejo
secreto de estar al margen,
de estar alejado del triunfo
o del futuro. Hombre callado,
hombre que podría ser una
mujer, un oso de los bosques
agotando la precisión
de las abejas, la mujer
herida, el hombre golpeando
su frente contra los metales.
Sutil, lenta la mano. El dedo
índice quizá marca el tramo
del espanto o quizá mirar
nos deja sin palabras y hay
que meter la uña entre los labios
y arrancar palabras de sangre...
O, tal vez, el hombre pregunta
o es la mujer quien se ha llevado
látigos a la espalda. Calla
la extrañeza.
Callan en la piedra de atrás
los signos. Repiten constancias
del destierro
y callan.
6 comentarios:
"Constancias del desierto..."
Desolador y certero.
Un abrazo para mi toledana favorita ;)
"... callan las piedras y los signos..."
la elocuencia del silencio lo exclama todo.
Como cuando te leo.
:)
Beso!
Me sobrecoge...
Un beso.
Lisola.
Callo...no de extrañeza,aturdida por el eco.
Un besín,buen fín de semana
Me ha resultado insólito esta visión del hombre que puedo ser mujer, y el modo en que has resuelto literariamente la contradicción con el "destierro".
Hoy leía el Sexto Sentido, y esa palabra -"destierro"- se había hincado en mi percepción personal de tu poesía, y en la de mi propia vida...Pero eso son otras cosas que no vienen a cuento...
Hombre o mujer su postura y expresión reflejan angustia.
Un abrazo
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