
V
Azul de sarga o bermellón
con sienas.
Como se dispone
Pablo a la soledad
de su brazo ordenando tarros,
su ojo en el perfil de un objeto
cercano a la revelación,
así el día pinta su urdimbre
después de la lluvia:
penetran
los colores hasta el momento
de respirar, hasta la puerta
de par en par del mediodía;
sube la intensidad de tonos
que frecuentan los mirlos; tal
progresión de una gracia en calma
alisa la concha del mundo,
aseda piedras donde estuvo
un hombre.
Vuelve a llover, cualquier recuerdo
es hondo
y pastoso
como el índigo extraño al mar,
como el ocre que se encabalga
hacia La Sisla.
Pablo sabe
qué poco necesita el campo
para erguirse de tumbas, sabe
la diferencia de la niebla,
y al tocar la sarga, al mirar
las nucas de hilo,
crece una respuesta precisa,
ésa aromada del hinojo,
la que sonríe misteriosa
como Pablo Sanguino.