jueves, enero 11, 2007

Una rareza...

© L. Calapai


No sé cómo bajar música en el blog (pongo enlace proporcionado por Miguel, un lector muy amable)....Da igual, quizá la pieza que da nombre a mi texto (también poema convertido en enloquecida prosa) es demasiado extensa para ello: LA VALSE, de Maurice Ravel. Algo diferente, algo mágico.


El poema apareció como regalo de verano en una de las revistas Hermes y está dedicado... pero la dedicatoria que quisiera escribir se esconde en la música. Y ya lo sabe la persona, sí, lo sabe, que recibe mis palabras caracoleantes.





© A. Carloto





LA VALSE, de Maurice Ravel


Es verdad lo que ocurre cada noche en la plaza, escucha a quien lo cuenta, quien va de madrugada tomado por mis uñas de modelo desnuda.

Una chiquilla ofrece las palmas de sus manos al hombre de los hielos y dos llamas azules le roban el descanso. La niña le permite calentarse en sus muslos.

Una mujer alcanza las ramas de los árboles para hacerse un vestido; le sobran los recuerdos, los hijos que ella diera al frente de batalla, y comienza sin música a bailar y me mira.

Un camarero rompe los vasos en el rostro de aquel que se negaba a abrir su pecho, a darse a un instante de furia, a ese instante de río enroscado en los brazos, irguiendo el sexo duro de los hombres amables.

Un anticuario sabe que me siento a su lado y prepara una silla, un plato de diamantes o la corona inglesa. Les dice a sus amigos: callad, la siento cerca, no viene de hechicera, ni de muerte, ni estéril. Sólo quiere comerse lo que ya hemos perdido.

Y un niño dice a un sastre puntadas en la noche maliciosas, mundanas. Y otro niño trampea los tacones de agujas de tontas señoritas…Ellas exclaman: ¡Oh, si estoy descalza! ¡si he encontrado un amante con ojos de mujer!

Pronto, pronto, la plaza se llena de animales, de antiguos sacerdotes con llagas en la frente, de funcionarios rojos, de países absurdos, de escultores lisiados, de panteras humanas, de donjuanes de cera, de víctimas mordidas en camas detestables, de dolor y de gozo,
de vida que se arrasa con su propia impaciencia.

Giran desordenados, giran rompiendo un sueño, giran y se desprenden de sus viejos amores. Y yo bailo con todos, y los beso, y me crezco. ¿ Ya me has visto, invisible, seducir a tu esposa, quitarte su cintura, su tímida promesa?

Pues entonces, ¿qué queda sino bailar contigo?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡caramba!. Si que lo baila usted con garbo. Seguir espirales tiene su intríngulis - si se escribe así, que no lo sé o se me ha olvidado, como bailar :DD -

Miguel Schweiz dijo...

Este enlace tarda mucho en descargar, no pude encontrar otro más rápido:

http://secretdesdieux.noosblog.fr/secret_des_dieux/files/RavelValse.mp3


Pero éste, aunque incompleto creo que se carga más pronto:

http://www.duoscarbo.com/mp3/HiFi/ravel1.mp3

(Lástima que no salen pinchando directamente...)

Anónimo dijo...

Solo una palabra ( también karakoleante) GRACIAS

Anónimo dijo...

!Qué elegante y "diabólica" agitación!...Evolucionan los giros acentuados, densos, contrarios a las agujas del reloj, velando una dubitativa intención.Una maravilla de prosa bailada...

Un besín

Briseida dijo...

Cómo estoy disfrutando descubriendo esta tu otra faceta literaria que desconocía!

Un beso, querida Poetaza

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Jardí­n al mar 1605 Blog de poesí­a y otros textos Ogigia María Antonia Ricas
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