
© Ricardo Martín
Una luz loca zarandea el mediodía.
¿Lloverá? , me preguntas.
Yo sólo sé que las mujeres de la magia
cabalgan hoy.
Juegan con la aguja de la torre, abrillantan
fachadas, cantan para la dureza, juegan
para los amargos de la ciudad, los mudos,
los apagados.
Las mujeres de la magia montan caballos
de agua.
Y hay que hablar más alto, más aprisa, la luz
sopla en tu pelo, viene desde el mar, del mar
que nunca vimos.
¿Reirán las mujeres?, me preguntas.
Yo sólo sé que bailan sobre el fuego. Vuelven
a esta ciudad
que cubrió con escoria sus bocas paganas.
Aman a la ciudad, la traen de la sombra,
del agrio murmullo incensado de la muerte.
La luz nos equivoca...
¿No ves a las mujeres
bailar en los tejados,
pacificar hogueras?